Te pones los cascos y notas el comenzar de esa canción, esa que resuena en tu cabeza cuando estás triste o llora en tu corazón, aquella que te alegra un día o te hace feliz cuando no tienes razones, dime; si el rap es callejonería y el metal es ruído, ¿por qué me hicieron llorar? Dime; si la música no es un arte, ¿por qué pienso que está por encima de todo? Y cuando hablo música hablo de música y no de esterotipos, hablo de esas letras que se dejan llevar por un ritmo.
Pienso en todo el trabajo expuesto en cada canción, pienso en lo que pasó esa persona al transmitir cada emoción, siento pena y tristeza al entender su situación, y todo para aclarar nuestros sentimientos o como método de evasión.
Son escritos bajo un ritmo, sentimientos duros guiados por la razón, son penas plasmadas en algo que empezó siendo un folio en blanco y acabó siendo un lago de lágrimas y palabras que pueden hacer sentir dolor hasta la persona más fuerte.
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